De regreso
Pasada la tormenta y de regreso de la Luna, uno ve las cosas diferentes. Todo adquiere un nuevo peso relativo. Las piedras no pesan tanto. Y nada queda tan lejos para no alcanzarlo. Uno está tentado a hacerse buenos propósitos, como si de un fin de año se tratara: fumar menos, volver a hacer ejercicio, acabar aquello que hace tiempo se dejó a medias o un montón de cosas más, sensatísimas todas, que ya de antemano se sabe que no se van a realizar. Pero también se vuelve con algo fantástico: con las pupilas dilatadas por la claridad con que se ven los astros desde allí arriba. La luz propia que desprenden los que te acompañan.
2 comentarios:
Luz la que usted tiene. Arrolladora y reveladora. Como sino sería capaz de ver tantas cosas y con tanta claridad en las fondas abisales, y en sus noches con los lenguados en el caladero?
lo mejor la falta de gravedad que hay en la luna. en la luna nada es tan grave, tan trascendente como en la tierra. Aquí las cosas pesan mucho mássssssssssssssssss
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